Vamos a empezar fuerte, ...¡a saco!...¡a tope! como diría nuestro amigo Prada de Cacabelos.
He aquí una maravillosa forma de emplear el tiempo un lluvioso domingo a media tarde.., el último pan que he horneado en casa.
Trigo y centeno del país 80/20 con un punto de sobrehidratación de la masa que me lo puso un poco dificil a la hora del amasado y que fuí solucionando con aceite de oliva en las manos y la encimera de piedra.
Si no pierdes la paciencia y vas amasando tranquilo, constante, amoroso, con la ayuda de una buena rasqueta ..casi casi se trata solo de desgasificar un poco la masa, no darle una paliza; procurando no agregar harina para que no se endurezca mucho al final
Al pan no hay que mallarlo, que no es pulpo!.
Poco a poco ves como el gluten se va armando y deja esa superficie tensa cuando pliegas la masa y formas la bola. Esperar unos minutos, volver a plegar unas cuantas veces más. Otra corta espera y repetir el proceso tres o cuatro veces… y ya!.
Esta vez volqué la masa bastante blanda sobre la bandeja y al horno a tope y con más vapor que un spa.. Así se forma rápido una buena corteza y posteriormente se cocerá la miga poco a poco, que no hay prisa.
Y lo que es muy importante, no perder de vista esa bolla.... No se va a escapar del horno , pero sí se puede quemar...Sería horrible. Y así ha quedado....Grande!!
¿La ventaja de ese punto de sobrehidratación? que van pasando los días..(habitualmente la tumbamos en tres asaltos...), y la miga sigue siendo esponjosa, se siente fría y un pelín húmeda, elástica, esponjosa y hueleeee....a pan!!
Bon apetit!!
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